miércoles, 21 de junio de 2017

En defensa de la eugenesia (II): Por una aristocracia biológica


 Todas las especies animales tienen jefes, este jefe tiene el nombre de macho alfa y es quien tiene el mando de la manada. Los lobos, los leones, cada manada tiene un jefe que se impone ante los demás.

Un caso parecido aunque con marcadas diferencias ocurre entre las abejas, las termitas y las hormigas en donde predomina la reina-madre, podríamos decir que las especies animales tienen un sentido de lo que es el patriarcado y el matriarcado pero eso sería tema para otro ensayo.
Lo que está claro es que las especies animales tienen una casta dirigente ¿Por qué con los humanos debería ser distinto? Entre los lobos el más fuerte es el que se impone, podríamos poner el mismo ejemplo los chimpancés que reconocen entre los suyos al alfa y le hacen reverencias al pasar.


 Las jerarquías existen en el orden natural, no son una construcción social como nos lo presentan las ideologías pseudo-humanistas de nuestra época.


 Entre los animales existen líderes, existe el concepto de propiedad y existe la lucha de poder, mi pregunta persiste ¿Por qué con la especie humana debería ser distinto? Somos parte del orden natural y estamos sometidos por sus leyes tanto como lo está cualquier otra especie pero nos hemos apartado de la naturaleza, hemos olvidado estas leyes e incluso tenemos la soberbia de pensar que estamos por encima de ellas.



Esta negación de las leyes naturales nos ha costado la veloz destrucción de nuestra especie, nuestra calidad genética es deficiente y nuestra involución espiritual se ha ido acelerando hasta llegar a ser una especie débil y dependiente de la tecnología.


La patología de nuestro sistema de establecer una igualdad obligatoria entre todos los individuos ha resultado desastroso, no solo porque la igualdad es imposible de logar en cualquier sistema si no porque impide el nacimiento y desarrollo de los individuos de mejor calidad genética que formarían una nobleza genética. La eugenesia como ciencia establece una aristocracia biológica conformada por los individuos de mejor calidad genética, con altos valores éticos, más fuertes, más inteligentes y espiritualmente más elevados. Esta aristocracia basada en la genética es opuesta a la falsa “aristocracia” moderna basada en el poder adquisitivo y títulos nobiliarios que no tienen ningún valor en esta civilización.


¿Fomenta esto la discriminación? La respuesta es sí pero no nos engañemos, esta civilización democrática que tiene la igualdad como uno de sus estandartes es donde impera la discriminación monetaria.


Si tienes un auto del año eres “superior”, si tienes la ropa más cara puedes entrar a los antros de moda y a los restaurantes más exclusivos, si tienes mucho dinero puedes accesar a un hospital privado con todas las comodidades. La mayoría ve esto como algo normal pero esta discriminación es la más antinatural que pueda haber, en el mundo democrático el hombre vale más por su poder adquisitivo que por su genética.


 La discriminación biológica en cambio la genética es lo que predomina, existen los mejores y los peores, existen individuos genéticamente mejor aptos que otros.
No nos asustemos al escuchar esto, la desigualdad es parte del orden natural, permite el desarrollo de los individuos de modo diferente.


 La igualdad es un concepto contra-natura, no puede haber igualdad en el mundo natural, ni en ninguna especie, este concepto solo llevara a una especie a una lenta muerte.
Podríamos concluir esto diciendo que en el mundo antiguo existía una discriminación biológica mientras que en el mundo moderno impera una discriminación monetaria.

 Solo ha habido tres grandes estados eugenésicos: la India Védica, Esparta y el Tercer Reich alemán y todos ellos constituidos por una aristocracia biológica.


 De estos estados la India fue el primero en llevar un severo proceso eugenésico eliminando a los peores elementos y favoreciendo la alta natalidad de los mejores elementos.
 Los invasores indo-europeos que llegaron a la India alrededor del año 14000 A.C establecieron un estricto sistema de castas que permitía separar a los mejores (los elementos arios) de los peores (los elementos dravídicos-negros), de esta manera se estableció las bases para permitir el nacimiento y desarrollo de una aristocracia biológica.


 El Código Manu prohíbe las relaciones de diferentes castas y la unión de los mejores elementos para dar a luz a hijos con las cualidades de sus padres.


Similares procesos existieron en las civilizaciones de Europa, un ejemplo es el de la sociedad romana regida por la casta de los patricios.


 Los romanos herederos de las tradiciones eugenésicas de Esparta tenían entre sus leyes dar muerte a los niños con deformidades, también estaba la costumbre de dejarse al criterio del patriarca el dejar vivir o morir a un niño enfermo.


Estas medidas permitieron el desarrollo de una aristocracia biológica que fue diezmada en las guerras púnicas, los que sobrevivieron pudieron dar nacimiento al imperio pero la vida cómoda, la decadencia y corrupción fue apagando la herencia de los antiguos patricios provocando la caída del imperio.


Los barbaros germánicos que destruyeron al decadente imperio constituyeron una aristocracia biológica en todo el sentido de la palabra, barbaros, intrépidos, aguerridos y libres pero orgullosos de su herencia y de sus genes. Los germanos constituían una nobleza de sangre y espíritu contrario al decadente espíritu romano, la idea de inmortalidad de los germanos se encontraba en la herencia, las grandes hazañas, los actos heroicos se pasaban de padres a hijos, de esta manera los ancestros vivían en sus hijos, en su sangre.


Las tribus germánicas evolucionaron a lo que fue la nobleza medieval, el sistema feudal y la caballería. Fue esta nobleza la que dirigió las grandes naciones del Medievo y que construyo los grandes imperios de su tiempo. Sin embargo para ese entonces las antiguas practicas eugenésicas estaban casi en el olvido, el cristianismo que se impuso en los barbaros trajo la noción de igualdad rompiendo las bases de la estructura aristocrática del mundo antiguo.

 Una aristocracia biológica está constituida por los individuos con la mejor calidad genética, individuos aptos para gobernar. En un mundo sin eugenesia no existe una nobleza genética, vivimos en una falsa idea de igualdad donde cualquier tarado puede aspirar a un cargo público y una masa de tarados votara por él.


 No tenemos una aristocracia biológica pero tenemos una falsa aristocracia basada en el poder adquisitivo, vivimos pensando que todos somos iguales, revolcándonos en nuestra propia inmundicia.


 Creemos que el concepto de aristocracia pertenece al pasado pero vivimos admirando a los príncipes y reyes que aparecen en las revistas.


 Los gobiernos y la ciencia no están interesados en desarrollar una nobleza genética, eso constituiría un gran peligro a sus intereses, ellos están interesados en que la calidad humana siga devaluándose para tener un mundo de tontos a los cuales regir.


La principal labor de un estado eugenésico será preservar a sus mejores elementos y permitir el desarrollo de una nueva nobleza. Las leyes naturales dictan que debe haber líderes, es una falacia que se proponga una civilización sin lideres ni castas, en donde reine una falsa noción de igualdad, tal civilización solo puede haber caos. En todas las especies siempre hay especímenes que sobresalen del resto pero una especie que ha impuesto la igualdad como regla este proceso se trunca.


 Ignorando la selección natural como lo hemos hecho hasta ahora solo trae consigo la decadencia de una especie. La eugenesia puede volver a resurgir una nueva aristocracia biológica pero este resurgir no será posible en un mundo lleno de tabúes como lo es el nuestro.


 En un mundo corrompido biológicamente solo un estado eugenésico con una nobleza genética puede salvarnos pero hasta entonces ese momento parece lejano y seguimos pensando que somos iguales.






(Source: imaginacionalpoder77.blogspot.com) votar

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